lunes, 30 de septiembre de 2013

LA EXPEDICIÓN DE LOS VEINTE

(PRIMERA PARTE)


Desde siempre nuestros historiadores,  al referirse a la expedición fundadora de la ciudad de Manizales, han presentado un escueto listado de nombres, olvidando analizar algunos aspectos  que mostrarían,  seguramente, sorprendentes y desconocidas facetas de nuestra historia, la que necesita y debe ser  interpretada, entendida y difundida  en una forma muy distinta por los estudiosos y los legos.

No pretendo desconocer ni descalificar los innumerables trabajos hechos por los padres agustinos  Fray Leonardo Azcona y Fray  Fabo de María,  primeros historiadores de la ciudad, tampoco quiero demeritar ni menospreciar los de Don Luis Londoño O, Juan Pinzón, José María Restrepo Maya, Enrique Otero D’ Costa, Gustavo Castaño Abad, Otto Morales Benítez, Ernesto Gutiérrez Arango, Luisa Fernanda Giraldo Zuluaga, Albeiro Valencia Llano, el padre Gonzalo Sánchez Zuleta, Javier Ocampo López, Carlos Arboleda González, Ricardo De los Ríos Tobón, Hernando Alzate López, Bonel Patiño, David Henao Alvarez,  Guillermo Ceballos Espinosa y algunos otros cuyos nombres se me escapan.  

Dejando consignadas  estas  apreciaciones y sin ánimo de entablar polémicas y mucho menos pretendiendo decir que los historiadores antiguos y nuevos han olvidado  considerar  aspectos políticos y sociológicos del pueblo antioqueño y muy especialmente los aspectos genealógicos y endogámicos de las familias colonizadoras y fundadoras de la mayoría de nuestros enclaves cordilleranos. Tópicos, repito, esenciales para comprender hechos acaecidos mucho antes del clásico Sesquicentenario que nos aprestamos a celebrar, la ignorada importancia de que estuvieron revestidos  los enlaces y matrimonios que incidieron en la marea fundacional y concretamente de nuestra ciudad, deben ser revisados con rigor y seriedad, lo que seguramente redundará en un mayor  conocimiento de nuestros orígenes, derivando de este estudio una  comprensión mas lógica para hechos que hasta hoy se presentan confusos y poco claros en la gesta fundadora y  pobladora, es por ello necesario este ensayo, novedoso y atrevido, que seguramente,  abrirá un nuevo proceso investigativo por parte de algunas personas con mayores capacidades en el análisis etno-historiográfico.

Otto Morales Benítez, el conocido político, jurista y escritor caldense, en su libro “ Teoría y aplicación de las historias  locales y regionales ”, nos presenta un sesudo trabajo,  ameno y a la vez documentado, del acaecer diario de un pueblo en todas sus manifestaciones, en donde con sapiencia deduce que no solo lo político y lo militar es lo histórico, recalcando enfáticamente la gran trascendencia, dimensión y proyección que tienen en la gran historia las pequeñas “historias” regionales, humanas, religiosas, económicas y familiares, instando además a una muy necesaria redimensión en el carácter investigativo e interpretativo de los soportes documentales que por años han pasado inadvertidos para los voceros de nuestra historia oficial.

Rionegro, Sonsón, Marinilla, Abejorral y la Ceja del Tambo al ser presentadas como ciudades génesis, no pueden seguir siendo  miradas como meras entidades territoriales semi-inconexas entre sí, pero mucho menos, como poblaciones productoras-exportadoras de individuos animados por un colectivo afán colonizador y  a los que empujaba una radical pobreza. Sumado esto a la también errónea y difundida creencia que la marea expansionista se movía sin ninguna organización o proyección y desconocedora en forma absoluta de la geografía, la historia y las leyes granadinas. Tampoco se puede desconocer olímpicamente el notorio adelanto que en todos los órdenes mostraba Antioquia frente a las demás provincias de La Nueva Granada, especialmente después de 1811,cuando en un hecho inusitado en los anales patrios hasta ese momento, la provincia prestó grandes sumas de dinero a Cartagena y Popayán para reforzar el débil y exhausto erario republicano de la época, queriendo con ello, tal vez, borrar de algunas mentes el poco ardor independentista demostrado por ella,  pues solo hasta 1813 representantes de Medellín, Rionegro y Marinilla  formalizan,  en Santa  Fé de Antioquia, sin gritos ni estridencias mayores, una Junta Supervisora de Gobierno que queda presidida por Don Francisco de Ayala quien, hasta ese momento, se desempeñaba como gobernador español de la provincia.

El Ingeniero e historiador Ricardo de los Ríos Tobón en su libro “Orígenes y Colonización hasta 1850” ganador del Primer Premio en el II Concurso de Literatura Caldense celebrado en 1981 nos corrobora lo dicho anteriormente cuando anota: “La guerra patria en sus primeros diez años afecta a Antioquia en mínima proporción comparativamente con el resto del país, allí no hay 20 de Julio, ni Junta Revolucionaria, ni derrotas para los españoles, el mismo gobernador que representaba al Virrey Amar y Borbón, sigue representando a la revolución”, allí solo hay aprestos militares para la guerra después de 1813 cuando se proclama la libertad absoluta, pero curiosamente la guerra no llega.

En 18l6 los realistas vuelven a tomar el control de la provincia con gran facilidad pero en ella los chapetones no cobran con ferocidad y sangre la rebeldía a la metrópoli como en las otras regiones del suelo patrio, solamente un puñado de ciudadanos es apresado y obligado a trabajos forzados en el áspero camino de Sonsón a Honda. En 18l9 tan fácilmente como llegaron se van los españoles. Solo después del 7 de Agosto de  l820, cuando ya se había decidido nuestra independencia, José María Córdoba y mediando una orden expresa del Libertador, llega a la provincia y organiza un ejército que persigue a los realistas hasta Cartagena.

Entretanto, la colonización, durante los diez años de la lucha contra los españoles continuó. Es la época de la consolidación de Sonsón y Abejorral y de la fundación de Aguadas.

En  cuanto a la faceta política, es preciso resaltar que los prohombres paisas que tuvieron algún realce en los primeros y aciagos días de la patria, todos o casi todos, se encontraban en Bogotá, Cartagena y Popayán adelantando sus estudios y en aquellas ciudades vivieron sus primeras experiencias libertarias, de donde obtuvieron conocimientos políticos y tácticos que les permitieron llevar el germen independentista a Antioquia, aunque en forma un poco tardía con respecto al resto del territorio patrio, de lo cual se puede deducir, con un alto porcentaje de seguridad, que la provincia antioqueña al no sufrir la obvia sangría en recursos y hombres como consecuencia  derivada de la guerra, debía  encontrarse plena y abastecida de un rico y heterogéneo  recurso humano al que era preciso dejar desfogar su vitalidad en la  única empresa aglutinante del alma paisa. Así lo entendieron sus líderes y políticos y es por ello que la segunda oleada colonizadora, iniciada con la fundación de Salamina, contó con la aprobación tácita y callada de todas las autoridades, las que se hacían las desentendidas ante las reclamaciones de reconocimiento a la propiedad hechas por  las famosas compañías capituladoras  en la mayoría de las supuestas invasiones a sus latifundios, únicamente atendían sus amañados reclamos un pequeño grupo de empleados venales de la rama judicial de la época y algunos sobornados funcionarios policiales de bajo rango, los que pese a su ínfima  posición dentro de la escala administrativa contaban con gran poder intimidatorio ante el colono pobre y desvinculado de la intrincada maraña de compadrazgos y afinidades familiares,  lograda la gran  mayoría de ellas,  con enlaces matrimoniales exageradamente endogámicos.

La endogamia, entendida como el matrimonio entre personas pertenecientes a una misma clase social o étnica y el hábito de contraer esta clase de uniones, fue práctica frecuente entre las familias de raza blanca que habitaban los fríos y fértiles valles ubicados en el   centro-sur del departamento de Antioquia, práctica iniciada desde los lejanos días en que  Don Juan Jaramillo de Andrade, hijo mayor de Juan Jaramillo de Andrade y Fernández, siembra su simiente en Doña Ana de Céspedes y Guzmán para engendrar a Don Alonso su primogénito, quien vendría a ser en 1675, el primer alcalde mayor de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de  Medellín, fundación hecha el 20 de Marzo de 1671 en terrenos que en parte eran propiedad del alférez Alonso López de Restrepo y Méndez Sotomayor cofundador de la villa, este personaje era  tatarabuelo de Marcelino Palacio Restrepo y padre del tatarabuelo de José Joaquín Arango Restrepo fundadores de Manizales y primos en segundo grado de consanguinidad. 


Don Alonso Jaramillo y  Céspedes casó en segundas nupcias con Doña Catalina de Arango hija de Antonio Valdés de Arango y Doña Olaya de Zafra Castrillón, hija de Fernando de Zafra Jaramillo y María de Castrillón, de donde se puede deducir que Doña Catalina era hija de su prima hermana Olaya, vale la pena tener muy en cuenta que el apellido Zafra lo tomó para sí Don Fernando haciendo uso de un real privilegio de familia y en recuerdo de la provincia de Zafra en Extremadura sitio de origen de su padre Don Juan, su apellido debiera ser realmente el de Jaramillo por ser hijo del capitán Juan Jaramillo.

       El Alférez Alonso López de Restrepo y Méndez Sotomayor contrajo matrimonio con Doña María  Josefa de la Guerra y de la Cámara, con la que tuvo nueve hijos, entre ellos a Alonso López de Restrepo, quien al contraer matrimonio con Doña Catalina López Atuesta quita de su nombre el apellido López, quedando solamente con el Restrepo, es de advertir que un hermano de este Don Alonso, llamado Marcos contrajo matrimonio con Magdalena López Atuesta, hermana de Doña Catalina.

Alonso de Restrepo y López Atuesta, tercero de este nombre en la sucesión dinástica de los Restrepo,  contrajo matrimonio con Doña Ana María Velez de Rivero, una de los 16 hijos de Juan Velez de Rivero y Manuela de Toro Zapata, matrimonio este demasiado interesante por los enlaces matrimoniales de sus hijos e hijas y de los que  hubo 78 nietos,  veamos los que nos interesan:

A)    María Velez de Rivero y Toro Zapata, primera hija de los 16, contrae matrimonio con Lorenzo  Guerra Peláez, tercer hijo de Lorenzo Guerra Peláez, el 8 de mayo de 1689, entre sus hijos encontramos a Doña María Vicencia que contrajo matrimonio el 19 de Abril de  l716 con Don Pedro Leonin de Estrada, quien lo hacía por tercera vez.

Es de anotar que Don Pedro Leonin en su primer matrimonio celebrado el 5 de                                                                                 Diciembre de1706 casó con Bárbara Toro Zapata y Guerra Peláez, sobrina de Don Lorenzo, ya que era hija de su  hermana Doña Ana, de donde se deduce que estas señoras eran primas  hermanas entre sí.

        B) Ignacio Javier Velez de Rivero y Toro Zapata, octavo hijo, contrae primer      
             matrimonio con Gertrudis Guerra Peláez, hija de Francisco, hermano de Don
             Lorenzo, deduciéndose que Doña Gertrudis era prima hermana de las anteriores
             María Vicencia y Ana.
     
        C) Juana de la Rosa Velez de Rivero y Toro Zapata, tercera hija, contrajo
             matrimonio el 2 de octubre de 1701 con Don Jerónimo Palacio de Estrada,
             cabeza de una de las tres distintas familias Palacio que llegaron a Antioquia,
             este Don Jerónimo fue el bisabuelo de Don Marcelino Palacio uno de los  
             fundadores de Manizales.

        D) Domingo Velez de Rivero y Toro Zapata, séptimo hijo, contrajo matrimonio en
             Julio de 1714 con Tomasa Guerra Peláez y López de Restrepo, hija de Juan        
             Guerra Peláez apodado el Mozo y Mariana López de Restrepo y Guerra Peláez,
             como curiosidad debemos destacar que este Guerra Peláez no es el mismo de los
             anteriores, pues Doña Mariana era nieta de Don Juan Guerra Peláez, uno de las   
             dos cabezas de familias con este apellido que se radicaron en Antioquia.

        E) Gertrudis Velez de Rivero y Toro Zapata, segunda hija, casó el 19 de                                                                               Septiembre de 1694 con  Don Esteban Arango y Zafra.    
             Este matrimonio, tiempo después, dio pie  para que Don Esteban entablase un                    
             largo y ruidoso pleito contra la concesión Villegas reclamando unos terrenos        
             cercanos a Rionegro y que por herencia debían ser propiedad de doña Gertrudis y  no de Don Felipe Villegas y Córdoba como alegaba en su pleito Don Esteban
             Arango y Zafra.
Alonso de Restrepo y Velez de Rivero, llamado Alonsito, uno de los 12 hijos de  Alonso José Restrepo López y Ana María Velez de Rivero  contrajo matrimonio con Doña Manuela Echeverri Gallón de la que tuvo ocho hijos, seis de los cuales  contrajeron matrimonios demasiado interesantes para esta teoría. Veamos porqué:

           1) María Teresa Restrepo E, esposa de Francisco José Palacio (El Chiquito) Guerra Peláez, padres de Marcelino Palacio R y suegros de José Joaquín Arango R, ambos,  exploradores, colonizadores y fundadores de Manizales, también fueron suegros Don Francisco y Doña María Teresa, de Don Gabriel Arango Botero quien siempre residió en Abejorral y que algunos confunden con su importante sobrino Gabriel Arango Palacio de los primeros pobladores de esta ciudad y como si fuera poco nieto de Doña María Teresa ya que era hijo de Ambrosio Arango Botero y Leocadia Palacio Restrepo. 

          2) Javiera Restrepo E, esposa de Miguel Marulanda bisabuelos de Valeriano y Juan María Marulanda Arango de los fundadores de Pereira y ricos e influyentes hacendados.

          3) María Francisca Restrepo E, esposa del maestro José Antonio Villegas Londoño fundador de Abejorral e  hijo de Felipe Villegas y Córdoba concesionario de un inmenso territorio al centro-sur antioqueño y conocido como la Concesión Villegas que abarcaba parte de los actuales municipios de La Unión, El Retiro y Montebello,  así como la totalidad de Abejorral y Sonsón.

           4) Ana María Restrepo E, casada con Alejandro Palacio Isaza sobrino de Francisco José Palacio Guerra Peláez esposo de su hermana María Teresa.
          Este Alejandro Palacio era primo hermano de Marcelino y Eulalia Palacio Restrepo.

           5) Felipe Restrepo E, casado con Francisca  Uribe Echeverri, abuelos del célebre obispo Manuel Canuto Restrepo Villegas, consuegros de Juan José Narciso Estrada fundador de Aguadas y Dolores de la Cuesta.

           6) Francisco José Restrepo E, casado en primeras nupcias con Maximiliana Palacio González y en segundas con Rosalía Arango Trujillo. Esta señora de apellido Palacio parece ser que no tenía ningún parentesco con los otros Palacio que hemos visto anteriormente pues era hija de Don Jerónimo Palacio Guerra Peláez, del que no he podido obtener datos genealógicos, y Juana María González.

No hay comentarios:

Publicar un comentario