lunes, 30 de septiembre de 2013

MANIZALES 1920 - 1930

SEGUNDA FUNDACIÓN


Con los primeros días del año 1921 se inició una década de hechos inusitados e insospechados en la historia citadina de nuestra Manizales, comienza el período más fructífero en el desarrollo físico de la pequeña población enclavada en el pleno centro de la agreste geografía nacional, "aldea serrana y cruce de caminos de arriería" la llama Alzate Avendaño, también es el decenio de sus más grandes tragedias e infortunios, verdaderas catástrofes para nuestros abuelos, sucesivos incendios, terremotos y crisis económicas y la irreparable pérdida de algunos de sus más preclaros hombres esculpen el plano físico manizaleño y el alma colectiva de sus habitantes.

En sus 70 años de existencia, se construyó una ciudad, plazas y calles vieron el rítmico desfilar de mulas y bueyes portando sobre sus lomos el activo comercio que desde muy tempranas épocas distinguió a la población, también se vieron los  ejércitos de la Unión, los que más tarde fueron reemplazados por los de la República, Mosquera, Rengifo, Henao, Trujillo, Deaza y otros, con sus soldados caucanos y antioqueños, mitificaron y desmitificaron la pretendida inexpugnabilidad de la plaza, considerada por algunos como una auténtica fortaleza o como un "Nido de Aguilas", calificativo que los militares daban a la ciudad por su estratégica posición fronteriza entre el Cauca y Antioquia, estados antagónicos en lo político y lo social, por no decir en lo racial y en lo conceptual.

Quince años de vida política como capital de departamento y veinte como sede diocesana le daban un aire de orgullosa importancia, preeminencia laboriosamente ganada dentro del ámbito político y social de la Colombia de principios del siglo XX, el empuje de sus ciudadanos le valieron reconocimientos con más valor poético que práctico, la burguesía comarcana era aceptada en todas las esferas de la actividad humana, el comercio y las artes, ya mostraban los logros de nuestros antepasados conciudadanos, se pretendía que un supuesto meridiano intelectual pasaba por entre nuestras estrechas y empinadas calles, como que se reclamaba el derecho de ser portadores de las más rancias tradiciones castellanas, andaluzas, extremeñas y vascas, pues el inventario de sus apellidos así lo demostraban y aún hoy, orgullosamente, se sustenta tan efímera tesis, aunque para algunos no pasan de ser veleidades ridículas de una "alpargatocracia" venida a menos.

Es conveniente conocer en conjunto el detalle cronológico de los hechos fastuosos y nefastos que marcaron indeleblemente la historia manizaleña durante la década en que pareció que los diversos sucesos eran producto de una extraña baraja que una mano prodigiosa manipulaba ciegamente, sin importar que la sucesión de buenas o malas cartas produjese júbilos o tristezas.   

Se inicia la década en el pleno apogeo de la crisis económica de 1920, es consecuencia lógica del desgaste producido por la recién terminada primera guerra mundial, fenómeno  que produjo una enorme contracción monetaria y la consecuente ruina y quiebra de numerosos comerciantes y agricultores, el café colombiano, del que ya éramos fuertes exportadores, cayó en el mercado norteamericano a un promedio de US $0.11 la libra, después de haber estado en 1919 a US $ 0.27, mientras el cambio monetario frente al dólar pasó de la igualdad al menos 130% por las mismas fechas; se asistió al derrumbe financiero de una de las firmas exportadoras de café más prestigiosas del país, la Casa Alejandro Angel en Nueva York, empresa que mantuvo muy importantes relaciones comerciales con caficultores de la ciudad y el departamento, seguidamente se vivió y padeció el desplome de importantes firmas de Medellín extendiéndose el pánico a Manizales, en noviembre del mismo año, se produjo el cierre temporal de los Bancos de Caldas y del Ruiz, le acompañaron 38 firmas exportadoras de café, 73 sociedades importadoras de mercancías extranjeras, cuatro grandes trilladoras, y las 2 fábricas de textiles que ya existían en la ciudad, es decir, el comercio en general, como si fuera poco, desapareció por completo el medio circulante, retornándose al trueque como único medio de sostener el precario comercio de subsistencia, se recibía café en grano como pago de salarios y artículos en todas las actividades productivas de la ciudad, para solucionar el grave problema de circulante, el Banco de Caldas, por iniciativa de Nepomuceno Mejía y el apoyo de accionistas como Carlos E. Pinzón, Francisco Jaramillo Ochoa, Sinforoso Ocampo y Antonio Arango G, emitió Cédulas Hipotecarias de bajo monto, las cuales se convirtieron en papel moneda que increíblemente invadió los mercados del Valle, Cauca, Nariño y Tolima, con gran aceptación de los comerciantes de esas latitudes.

Comienza así el final de la poderosa expansión bancaria local y regional, paulatinamente fueron desapareciendo los bancos particulares que años atrás habían surgido, en 1925 se liquidó el Banco de Caldas, quizá la más importante institución financiera de la región, solamente sobrevivió el Banco de Salamina hasta 1957 cuando el Banco Cafetero lo absorbió; por las mismas calendas, 1920, algunos ciudadanos de renombre, aprovechando el caos financiero, sacaron de contrabando a los mercados extranjeros grandes cantidades de oro, lo que aumentó las caídas paulatinas de las reservas del metal precioso y por consiguiente el debilitamiento acelerado de nuestra moneda haciendo más crítica la situación, por aquellos días la convertibilidad del patrón oro en la moneda no era un concepto, era una realidad.

El martes 11 de mayo de 1920, a las diez y treinta de la mañana sobrevuela varias veces la Plaza de Bolívar el biplano Caudron pilotado por René Guichard, acompañado por un joven estudiante de la Escuela Militar de Cadetes, el manizaleño Humberto Hoyos Robledo, quien difícilmente servía de copiloto, pues el piloto no hablaba español y el "Ñato" Hoyos menos sabía de francés, fue un vuelo lleno de interrupciones provocadas por las fallas del aparato y las adversidades del clima, por último, después de 35 minutos de vuelo desde Mariquita aterrizó la aeronave en la finca El Tesoro de propiedad del doctor Julio Buitrago, fueron los ganadores de los mil pesos oro que el Concejo Municipal había establecido como premio para el "primer aviador que se dejara contemplar sobre el cielo de Manizales", fue el inicial contacto que se tuvo por estas latitudes con la recién inventada aviación, el 20 de julio siguiente a las dos de la tarde llega a la ciudad el avión Antioquia pilotado por otro pionero francés llamado Ferdinand Machaux, en la misma aeronave y esta vez pilotada por el capitán Guicciardi, varios días después, hicieron su primer vuelo algunas personalidades de la ciudad.      

El 2 de febrero de 1921, el doctor Jaime Lindsay inaugura el Cable de Mariquita, construido por la "The Dorada Railway Ropowey Extensión Ltda" cuyos estudios de factibilidad y construcción se iniciaron desde 1912, obra portentosa para el país de la época, con sus  72 kilómetros, 22 estaciones, 376 torres y capacidad de 20 toneladas por hora, 10 subiendo y 10 bajando, era el más extenso del mundo, dominó la desafiante y gigantesca topografía de la Cordillera Central, “empezando en Mariquita a una elevación de 457 mts la línea asciende a 3.660 mts en 51 Klms; de ahí desciende en 21 Klms a una altura de 2.040 mts en Manizales” abriendo una ventana por la que nuestra ciudad pudo apreciar más de cerca las planicies del Magdalena y así poder expandir con mayor celeridad sus exportaciones e importaciones en lo nacional y lo internacional, ingleses, australianos y colombianos forjan a partir de este singular hecho ingenieril una escuela, desconocida en nuestro medio hasta la fecha, ella permite que se concluyan en el departamento otros cables,  como el de Villamaría en 1927, que facilitó enormemente el transporte de materiales para la reconstrucción de la incendiada Manizales y la conclusión del Ferrocarril de Caldas, o el del norte de Caldas que llegó hasta Aranzazu en 1928 y el fallido de Occidente en 1929, del que solo se construyeron 10 Kilómetros y que, según sus proyectores, comunicaría con el Chocó y el Océano Pacífico.

La fundación del periódico La Patria el 20 de junio de 1921 por Don Francisco José Ocampo, solamente es la continuación de la tradición periodística iniciada desde la década del 70 en el siglo XIX, otros diarios compiten con el recién fundado, vemos que ya completaban años de circulación cotidiana Renacimiento, El Universal, La Fragua y El Diario, algunas otras publicaciones aparecían una o dos veces por semana como El 86, El Heraldo Liberal, La Defensa Industrial, El Cable, la Andina, El Correo de Caldas, la Idea, El Eco y La Prensa, en todos ellos ven las primeras luces numerosos escritores que continuarán su carrera literaria en las editoriales Zapata, Atalaya, Renacimiento y la Imprenta Departamental, pero lo más lujoso e ilustrado, de la época, apareció en 1924 cuando la Tipografía Blanco y Negro edita la Revista Colombiana de Revistas.

En el mismo año de 1921, una compañía de capitalistas de la ciudad entre los que se destacaron Guillermo Gutiérrez Vélez, Manuel Mejía, Justiniano Londoño y el doctor Eduardo Vallejo adquieren en Barranquilla, a la extinta Compañía Colombiana de Navegación Aérea, el enorme avión Goliath, con capacidad para 14 pasajeros, con él se pretendía iniciar una empresa de transporte aéreo para la ciudad y la región, la aeronave salió de La Arenosa pilotada por el francés René Guichard con destino a Manizales pero a la altura de Montería una falla le obligó a aterrizar, luego de su reparación reemprendió vuelo, pero una segunda avería a la altura de Cáceres en Antioquia, concretamente en una propiedad del entonces presidente Pedro Nel Ospina, le obliga a un forzoso aterrizaje, reparado vuela a Medellín donde llega triunfalmente, de allí debería seguir a Cali y posteriormente a Manizales, pero nunca llegó, pues a poco del despegue de la capital antioqueña se estrelló, "solamente llegaron las cuentas de la fabulosa deuda" nos dice el historiador José Germán Hoyos, es la primera frustración en cuanto al desarrollo aéreo de nuestra ciudad.

A la media noche del 25 de octubre de 1921 y luego de soportar por más de seis meses la crisis final de una penosa enfermedad que le aquejaba desde dos años antes, muere en su Palacio Episcopal el primer Obispo de la Diócesis manizaleña, Monseñor Gregorio Nacianceno Hoyos Yarce, siendo sus funerales y sepelio en la Catedral un verdadero acto de dolor que conmovió a toda la ciudad.

En 1922, al igual que en otras importantes ciudades del país, se inician las  comunicaciones inalámbrica con Bogotá; Manizales empieza a salir del semiaislamiento septuagenario que sus precarias vías terrestres, hasta ese momento, le han dado, el viejo telégrafo difícilmente suplía las necesidades comunicativas con los otros centros poblados del país y el mundo, bien que mal las noticias traspasaban las estrechas fronteras comarcales, el ostracismo no era total.

El 6 de julio de 1922 es preconizado el segundo Obispo de la Diócesis de Manizales, Tiberio de J. Salazar y Herrera, siendo consagrado en la Catedral de Medellín, el 19 de noviembre del mismo año, presentándose en nuestra ciudad el 3 de diciembre donde se le tributa un casi apoteósico recibimiento; en este mismo año, al amanecer del 19 de julio, un gran incendio, el primero de ellos, originado en un depósito de velas de parafina que había en los bajos de la casa del comerciante Joaquín Gómez Botero, con facilidad, debido a la estrechez de las calles, arrasa parte del centro de la ciudad consumiendo vitales puntos administrativos, comerciales y residenciales, pero los manizaleños no se amilanan, rápidamente se inicia la reconstrucción; en el mismo año se inaugura, al occidente de las ciudad, el Parque del Observatorio y en agosto se da al servicio el puente sobre el río Cauca en el Corregimiento de Arauca, obra que se concluyó, con un costo de US 80.000.00, por el ingeniero Bernardo Arango Vallejo, la magnífica construcción con una anchura libre de 3 mts salvaba una luz de 102 metros; en octubre del mismo año es contratada, por primera vez, la mundialmente famosa Opera de Adolfo Bracale, compañía integrada por más de 40 artistas, que hace12 funciones en el viejo Salón Olimpia con lleno total a pesar del elevado precio de las localidades.

La Film Company Manizales y dos sublimes visionarios, Tomás Montoya y Gregorio Tabares, filman en 1923 la película Manizales City, recuento gráfico del desarrollo urbano y visual caleidoscopio de las europeizadas modas en que nuestras ufanas abuelas lucían la elegancia de sus vestidos, los señores y señoritos parecen calcados de figurines parisinos, pero es de advertir que anteriormente se había hecho otra película en la que se llevaba al celuloide la novela "Madre" de nuestro paisano Samuel Velásquez, iniciador de la formalidad en las bellas artes en estas difíciles breñas nuestras.

El 14 de diciembre del mismo año 23 a las 5 y 31 minutos de la tarde se siente en toda la ciudad un temblor de tierra con una intensidad de 6 grados, cuyo epicentro se localiza en Funes departamento de Nariño, aunque no se reportan daños graves hay la natural alarma entre los habitantes, muchos recuerdan los temblores y terremotos que han sacudido la zona en 1843, 1845, 1850, 1868, 1869, 1875, 1878, 1884, 1900, 1906 y 1918, también piensan algunos temerosos en una próxima pavorosa erupción del Ruiz similar a la ocurrida en el año 1845.

En el mes de enero de 1924 se cristaliza la idea que por algún tiempo desvelaba a algunos artistas y políticos, de ella surgió la Escuela de Artes y Oficios, primer centro formativo de enseñanza para "obreros instruidos y hábiles", semillero de trabajadores calificados y artistas que más tarde mostrarían sus verdaderas capacidades, en este año era evidente el desarrollo alcanzado, ya se contaba con 50 automóviles circulando por las calles, número muy abultado para la época en nuestro país.

También por 1924, año que debe quedar grabado perennemente en todo aquel que guste de los generosos y afamados licores de nuestra destilera, don Joaquín Vieira, visitador de rentas le solicita a un cubano de origen catalán, extécnico de Ron Bacardí, llamado Ramón Badía, que viniese a nuestra ciudad con el fin de que estudiara un guarapo que se vendía en nuestras calles y en las de algunos pueblos de Caldas llamado por las gentes “El Roncito”, con intenciones de mejorar y comercializar a gran escala una bebida capaz de reemplazar a tan peligroso y antihigiénico brebaje, los conocimientos del señor Badía hicieron posible que en 1928 se inicie la venta del Ron Viejo de Caldas, copia del cubano Bacardí, por aquel entonces la producción era de 10.000 botellas al año.    

En 1925, el 3 de julio a las 10 de la noche, nuestros abuelos son sorprendidos por el más grande de los incendios que ha azotado la ciudad, se origina la conflagración en el Hotel Escorial y rápidamente se propaga a las construcciones vecinas, pues aún no se contaba con un cuerpo de bomberos, son devastadas 23 manzanas del pleno corazón manizalita, mueren once personas, la gran mayoría niños, a causa del incendio, según investigaciones hechas por nuestro compañero Antonio Estrada Alvarez, quedan destruidos 229 edificios, prácticamente desaparece todo el comercio, el que se había recuperado de la crisis del 20 y se consideraba como el más pujante del occidente colombiano, verdaderas reliquias históricas desaparecieron consumidas por las llamas y las explosiones con dinamita decretadas por el Alcalde José Manuel Gutiérrez, el Gobernador, General Pompilio Gutiérrez y el Personero doctor Tulio Gómez Estrada, en un vano intento por detener el avance del incendio, pretendiendo "crear un anillo de campo raso para aislar el fuego", las pérdidas son enormes, verdaderas fortunas se esfuman, la voluntad ciudadana es herida de muerte, la ruina y desolación campean por toda la ciudad provocando verdaderas tragedias familiares, el incendio se detuvo el 4 de julio a las once de la mañana, pero las ruinas continuaron ardiendo ocho días más..

Rápidamente se inician los trabajos de reconstrucción, el Concejo Municipal convoca a una urgente y decidida lucha contra la adversidad, el día 5 todos los estamentos cívicos se comprometen a ello, se ven gentes de toda condición social empuñando las herramientas necesarias para la remoción de los escombros, la ciudad vive su época más fulgurante.

Veinte días después, el 23 de julio, pasado tan arrasador incendio se manifiesta la naturaleza a las 11:33 de la mañana con un fuerte temblor de tierra, al que le siguen pequeñas réplicas hasta que un nuevo y fuerte seismo a las 3:40 de la tarde del 31 del mismo mes sacude nuevamente los restos calcinados de lo que fuera la ciudad, aparte de la natural alarma no se reportan daños en lo poco que quedaba en pie, el epicentro se localiza en Carru (Chocó), estos datos los aporta el conocido abogado e historiador Gustavo Castaño Abad.

Como si fuese poco lo padecido por la ciudad y sus gentes, dos días después algunos dirigentes de Pereira manifiestan al Presidente, General Pedro Nel Ospina, que aquella ciudad estaba dispuesta a proporcionar los edificios y locales necesarios para que se trasladase allí la sede gubernamental de Caldas, por lo que el Presidente respondió "Manizales en cenizas seguirá siendo la capital de Caldas",  es el primer intento de escisión o desconocimiento de la preeminencia que Manizales tenía sobre las demás ciudades del Departamento.

Por medio de la Ley 94 de octubre 5 de 1925, siete días antes del septuagésimo quinto aniversario de la fundación, el Congreso de la República ordena la reconstrucción de Manizales, era presidente el General Pedro Nel Ospina, Ministro de Hacienda el doctor Jesús María Marulanda y el de Obras Públicas Laureano Gómez, esta Ley es ampliamente generosa con los damnificados y concede algunas rebajas en tarifas de transporte por el Ferrocarril del Pacífico para el cemento, el hierro y el acero necesarios para la reconstrucción, así mismo, por mandato de la susodicha Ley se firma un contrato con la Ullen Company originaria del Estado de Delaware en los Estados Unidos para que de manera exclusiva esta compañía "realice la reedificación de la totalidad de los edificios públicos y privados, los trabajos del acueducto y el alcantarillado, la pavimentación de las calles, la reparación y mejora de la plaza de mercado, la construcción de la estación del ferrocarril y el ensanche de la planta de energía eléctrica", como se ve, se concedió un monopolio que en poco tiempo provocó fuertes enfrentamientos entre la compañía y la totalidad de los vecinos damnificados.

Como dijimos, de junio de 1925 a 1926 se vivió el año más fulgurante de nuestra historia, pero también fue el de las más ardientes polémicas que halla tenido nuestra ciudad, el monopolio concedido a los ingenieros gringos fue cuestionado por muchos de nuestros mejores hombres, destacose en ello el gran Aquilino, y cuando se dice gran Aquilino, no puede ser otro que Aquilino Villegas, el ingeniero José María Gómez Mejía, los editorialistas de los  diarios  La Patria y La Voz de Caldas y el pueblo llano quienes con vehemencia  impugnaban los sistemas impuestos para la reconstrucción, especialmente la estipulación en el contrato de un 7% como honorarios a la Ullen, pues mientras más durasen y más costasen los trabajos más cobraría la compañía constructora.

En el momento más álgido de las discusiones y en el punto más alto de la reconstrucción, a los ocho meses y medio de la gran catástrofe, el 20 de marzo de 1926, una nueva conflagración consume las dos manzanas más valiosas y centrales de la ciudad, incluyendo la Catedral, preciada joya construida en madera, que había escapado al incendio anterior, desaparecieron los pocos almacenes, oficinas y casas de habitación conque contaba la ciudad, nuevamente se vivió el terror y la desesperanza, pero de las humeantes cenizas surgió la galvanización de los ánimos y la resolución de una reconstrucción total, se replantearon los trabajos ya iniciados y gracias a la fuerte, casi dictatorial, determinación de las autoridades y a la tesonera actitud de gran parte de los ciudadanos se continuó trabajando para superar las desgracias. 

La fuerte lucha escrita y verbal iniciada en 1925 se extendió hasta finales de 1928, el desprestigio y las presiones ciudadanas de toda índole, obligan a rescindir el contrato que la nación y la Ullen tenían vigente, los norteamericanos abandonan la ciudad sin terminar muchas de sus obras, no obstante ya habían culminado la gran mayoría de ellas, algunas de verdadera envergadura, como prueba de ello quedaron el acueducto y el alcantarillado, la iniciación de la carretera a Chinchiná, la actual Gobernación, el Palacio Nacional ya desaparecido, la estación del ferrocarril, actual Universidad Autónoma, y numerosos edificios particulares que los arquitectos John Wotard, Mr Halley y Gustav Schay, al servicio de la constructora, habían diseñado.

No puede pasar inadvertido un hecho trascendental y determinante en la reconstrucción de nuestra ciudad, él es quizá uno de los factores decisivos en la modernidad urbanística demostrada en su momento, este hecho fue la necesaria resolución de bajar el nivel de las principales calles, ello no es comprendido en su verdadera magnitud por las actuales generaciones, debe saberse que la actual carrera 23 y algunas otras vías, en algunos casos, tuvo banqueos hasta de seis metros de altura, siendo la media de ellos los tres metros, se nivelaron cañadas y zanjones, desaparecieron barrancos y colinas, se transformó dramáticamente la topografía urbana, desde aquel entonces nació la conocidísima aseveración de que "en Manizales primero se hace el lote y luego se construye" .

El 14 de septiembre de 1926, muere en Bogotá el doctor José Ignacio Villegas, quinto de los gobernadores del Departamento de Caldas y preclara figura política en el concierto municipal, departamental y nacional.

El doctor Nestor Echeverri, uno de los hombres que mejor conoció las intimidades de una de las empresas que cambiaron dramáticamente nuestra historia dice que "la llegada del Ferrocarril de Caldas a la ciudad de Manizales  viene a representar la coronación de uno de los mayores esfuerzos que se han hecho en el país durante los años de su historia", el ferrocarril fue fastuosamente inaugurado el viernes 15 de septiembre de 1927, con la jubilosa llegada, a la recientemente construida estación, de la locomotora Zapata arrastrando dos carros, máquina a vapor que la imaginería popular ha dado en llamar "La Pichinga" y la que supervive, a pesar de la incuria y la desidia oficial, desvalijada en un raquítico monumento que ahora sí parece que hubiese encontrado su sitio definitivo.

Ingenieros norteamericanos y manizaleños, aparte de otros connacionales, libraron una costosa y larga lucha para conectar por medio de ferrocarril a Manizales y Puerto Caldas, en el departamento del Valle, población fundada y construida a la par que sus muelles por hombres y capital manizaleño, donde empalmaba con el Ferrocarril del Pacífico hasta Cali y Buenaventura, la puerta al mar del occidente colombiano, miles de trabajadores vencieron la agreste geografía a pico y pala, los fuertes inviernos provocaron innumerables y gigantescos deslizamientos de tierra que también tuvieron que ser removidos para que la vía pudiese seguir adelante, es la mayor demostración de tozudez y empeño demostrado por unos hombres visionarios que la posteridad injustamente ha olvidado, por no hablar de la estrechez mental demostrada por un burócrata ministro, luego en mala hora presidente de la República, cuyo nombre no queremos recordar, enterrador de oficio de tan epopéyica obra .

Albeiro Valencia Llano y Fabio Arias Gómez describen admirablemente el desarrollo en las comunicaciones afirmando "de este modo Manizales se convirtió en una estación de paso obligado, en centro comercial de primer orden, dándose un salto histórico de la mula y la arriería, al cable aéreo, al ferrocarril y la carretera".

El 11 de agosto de 1927 se instala en Manizales el primer Comité Departamental de Cafeteros, con delegados de la provincia cafetera caldense, dando inicio a una larga y fructífera vida del gremio en esta sección del país, en este mismo año, ya para finalizar, un hecho luctuoso llena de pesar a los manizaleños, el 14 de diciembre de 1927, muere el General Marcelino Arango Palacio, quizá el más importante gestor de la creación del Departamento de Caldas, había sido Ministro de Gobierno en la administración de Marco Fidel Suárez, época en la que se ocupó del mando ejecutivo cuando el presidente hizo una gira por el occidente colombiano, Ministro de Hacienda y Fomento bajo el gobierno del doctor Carlos Holguín, Senador y Represente por varios períodos, Diputado a las Asambleas del Cauca, Antioquia y Caldas, Concejal de Manizales, Magistrado del Tribunal Contencioso de Caldas, Inspector de las Aduanas del Pacífico, Prefecto de la Provincia del Sur y segundo Gobernador del Departamento de Caldas.

Finalizando la extraordinaria década y reconociendo el liderazgo cafetero manizaleño, en 1929, se reúne en esta ciudad el III Congreso Nacional de Cafeteros, importante reunión donde se destacan los dirigentes manizalitas.


Como bien se ha podido ver en estas escuetas líneas, la ciudad tuvo un verdadero renacer, las llamas y algunas otras vicisitudes no fueron obstáculo para que ella, guiada por sus líderes cívicos y religiosos, continuase con más fuerza el avance iniciado 70 años antes, nunca más ha sido tan descollante nuestra historia citadina, pareciera que el tiempo se hubiese detenido, nuestros dirigentes ya no dan la talla requerida para afrontar los retos que nos presenta la modernidad.

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